Poema LVI


Fuiste mi cielo, y mi infierno;
Me enseñaste tu mundo;
Cuando quise enseñarte,
Simplemente cambiaste.


Noches sin dormir,
Lágrimas que fluyen como el río,
Me pregunto: ¿Qué pasó?
Y la respuesta jamás llegará.


El insomnio se apodera de mi alma,
El infierno no arde en llamas,
El infierno arde de dolor,
Preguntas sin respuestas.


Mi mundo era diferente al tuyo, ligeramente,
Sólo quería enseñarte que también soy humana,
Y que detrás de este corazón de piedra,
La fe y la esperanza me mantenía viva.


Fuiste mi cielo y mi infierno,
Y el tiempo no nos dio más oportunidades,
Será en una próxima vida,
Que terminaremos este capítulo abierto.